MANUEL LAGE
En los últimos años del siglo XIX, los primeros motores de explosión de utilización estacionaria, estaban alimentados por combustibles gaseosos.
El desarrollo del automóvil en el siglo XX inauguró un rápido desarrollo del motor de gasolina, por la gran ventaja que el combustrible líquido ofrecía en cuanto a su almacenamiento a bodo del vehículo. Sin embargo en la primera década la tracción eléctrica y el motor de vapor tuvieron un desarrolo paralelo, aunque no de la misma intensidad que el motor de explisión.
Las guerras mundiales y la escasez de petróleo derrivada, hicieron volver la vista a otros combustibles como el gas ciudad, gas natual, metanol, gases licuados de petróleo y algunos otos compuestos de distintos orígenes.
Hasta hace pocos años parecía que los automóviles y vehículos industiles tenían asegurada su continuidad con el gasóleo y la gasolina, con los que habían alcanzado un alto nivel de endidmiento y prestaciones.
La Unión Europea se ha puesto como objetivos reducir la dependencia del petróleo, las emisiones nocivas para la salud y las de efecto invernadero, lo cual ha llevado a la industria a replantearse las energías alternativas, en particularr la electricidada y el gas natural.
Con este libro hemos querido mostrar que casi no hay nada nuevo bajo el sol y que en España, a lo largo de un siglo, ya se habían realizado experiencias de todo tipo con lo que hoy llamamos nuevos combustibles alternativos.